Audrey Mestre 
    Todo por un sueño... 
    
    por Miquel Pontes 
    Artículo publicado en el nº 
    41 de Revista Aquanet 
    Fotos cedidas por Juan Llantada (IAFD / SAFER) 
    
      
    
      
        
          La apneísta Audrey 
          Mestre falleció el pasado 12 de octubre de 2002 en la República 
          Dominicana al intentar batir el récord mundial de profundidad en la 
          modalidad “no limits”, que ostentaba su marido y entrenador Francisco 
          “Pipín” Ferreras tras alcanzar los 162 metros de profundidad. 
         
       
     
    
      
     os 
    habíamos acostumbrado a asociar el nombre de Audrey Mestre con los 
    diferentes récords de profundidad batidos últimamente, ya fuera sola o en 
    compañía de su compañero “Pipín”. Su trabajo conjunto les había permitido 
    vencer al mar hasta ahora, pero la eterna búsqueda de los límites de la 
    resistencia humana ha sufrido un trágico revés. El mar se ha cobrado un 
    doloroso tributo en la persona de Audrey Mestre.  
    
      
    
    Estemos a favor o no de los récords de 
    profundidad, es innegable que todos nosotros, los que buceamos en cualquier 
    modalidad, prestamos bastante atención a cualquier noticia relacionada con 
    el profundismo. Y entre estas noticias, hace algunos años que siempre 
    destacaban los récords casi increíbles alcanzados por esta bella joven de 28 
    años. 
    Santo Domingo (República Dominicana). Eran 
    las 12 de la mañana del sábado 12 de octubre de 2002. Audrey se disponía a 
    batir todos los récords de profundidad al bajar hasta 171 metros con una 
    sola inspiración. Un trineo de 90 kilos la bajaría a toda velocidad hasta el 
    azul. En los entrenamientos efectuados en días anteriores, Audrey había 
    conseguido bajar 166 e incluso 170 metros sin problemas, así que inició el 
    descenso, confiada de que podría alcanzar su meta y que su hazaña sería 
    reconocida. 
    Durante el descenso, pasó a gran velocidad 
    por las cotas de control en las que se hayan los buceadores del equipo de 
    apoyo. Pero una sensación de intranquilidad asoló el escenario de la 
    competición cuando transcurrieron los 3 minutos, habituales en estas 
    pruebas, sin tener noticias de ella.  
    Al cabo de casi 10 minutos, los buceadores 
    aparecen en la superficie con su cuerpo, todavía con vida, pero Audrey muere 
    en la ambulancia, camino del hospital, entre los brazos de “Pipín”, el 
    actual campeón del mundo de apnea. 
    Tal vez su confianza en los excelentes 
    resultados de sus entrenamientos previos la hizo bajar la guardia... tal vez 
    hubo un fallo mecánico en el trineo… nada importa ya… nuestra campeona ya no 
    está con nosotros. Esta vez la partida la ganó el “gran azul” y Audrey, 
    simplemente, no lo consiguió.  
    
     La 
    noticia nos golpeó a todos duramente. La difusión de la misma fue lenta; los 
    medios de comunicación parecieron haberla dejado de lado y los medios 
    especializados publicaron tan solo una breve nota, pero fue suficiente para 
    dejarnos atónitos a todos.  
    Como resultado de este trágico incidente, 
    la organización F.R.E.E. ha eliminado la modalidad de descenso de “peso 
    variable ilimitado” -o “no limits”- de la lista de competiciones 
    homologadas, siendo los actuales récords los únicos que se reconocerán a 
    partir este momento. Esta decisión se ha justificado basándose en los altos 
    riesgos que conlleva esta práctica.  
    La modalidad “no limits” es la disciplina 
    de buceo en la que los récords son más profundos, pero también la que se 
    considera más peligrosa. Es la misma que aparece en la mítica película de 
    Luc Besson, “El Gran Azul”. 
    F.R.E.E también ha suspendido las 
    competiciones de descenso en la modalidad de “peso variable limitado”, hasta 
    que se apruebe un nuevo sistema de seguridad. Asimismo se aplicarán 
    restricciones a la modalidad de descenso con “peso constante”. 
    SU VIDA 
    
     Audrey 
    Mestre nació en Francia el 11 de agosto de 1974, en el seno de una familia 
    de buceadores en la que su abuelo y su madre practicaban la pesca submarina. 
    Se inició muy pronto en la esta práctica. A los 13 años ya buceaba con 
    botella, aunque por su temprana edad no consiguió su primera titulación 
    hasta los 16.  
    En 1990 se traslada a México con su 
    familia, y su pasión por el mar la lleva a estudiar biología marina. 
    Presenta su tesis doctoral en 1995 sobre la fisiología del buceo, con un 
    estudio sobre los grandes profundistas -era gran admiradora de “Pipín”-. En 
    la tesis pretendió demostrar un tema del que había leído en una revista: que 
    los pulmones del buceador se llenan de plasma cuando alcanzan grandes 
    profundidades.  
    En 1996, de la mano de “Pipín”, se 
    introduce en el apasionante mundo del profundismo. Crea, junto con él, la 
    IAFD (Asociación Internacional de Buceo Libre) con sede en Miami. A partir 
    de entonces, una sucesión de récords deja claro que esto es lo suyo… 
    El 29 de mayo de 1997 consigue su primer 
    récord mundial femenino, bajando a 80 metros en apnea en la bella isla Gran 
    Caimán.  
    El 6 de junio de 1998 alcanza un nuevo 
    récord, buceando en tándem con “Pipín” hasta los 115 metros de profundidad. 
    Éste record no fue homologado pues no estaba presente ninguna agencia para 
    certificar el récord. 
    
     El 
    13 de mayo de 2000 bate el récord femenino de profundidad bajando a 125 
    metros, 10 metros más que el récord que ella misma poseía, desde el 
    campeonato de México. El nuevo récord tuvo lugar en la isla de La Palma 
    (Islas Canarias, España) y el tiempo total de la hazaña fue de 2 minutos y 3 
    segundos, de los que 1 minuto y 8 segundos se emplearon en bajar, 10 
    segundos en un descanso a 125 metros para inflar el globo de ascensión y tan 
    sólo 44 segundos para el ascenso final.  
    El 18 de mayo de 2001 Audrey y “Pipín” 
    alcanzan los 100 metros de profundidad buceando en tándem. Este récord, a 
    diferencia del de 1998, si fue reconocido por todas las organizaciones. 
    El 19 de mayo de 2001 alcanza un nuevo 
    record mundial al llegar a los 130 metros en Fort Lauderdale (Florida) en 
    tan solo 1 minuto 56 segundos. Con este record pasa a ser la 5ª persona que 
    ha buceado más profundo en apnea en todo el mundo, hombre o mujer. 
    El 12 de octubre de 2002, Audrey Mestre 
    muere al intentar batir el record absoluto en la modalidad de “peso variable 
    sin límites”, que ostentaba “Pipín”, y que estaba fijado en 162 metros de 
    profundidad. Aún se desconoce si Audrey llegó a los 171 metros que se había 
    fijado como meta para batir el récord. 
    Todos los que la admirábamos constatamos, 
    con gran tristeza, que ha muerto una gran mujer. Pero su recuerdo seguirá 
    vivo dentro de todos nosotros, los que amamos el azul al igual que ella lo 
    amó. Sabemos todos que el mar es un medio tan bello como hostil, al que no 
    hay que temer, pero sí respetar, y del que no conocemos los límites. Audrey 
    murió tratando de descubrirlos. 
    Audrey Mestre era, y 
    siempre será, una de "los nuestros”.  
    ¿Existe un límite para el hombre? 
    Algunos buceadores han roto últimamente los 
    esquemas por los que se batían los récords de profundidad. Hasta ahora los 
    récords se sobrepasaban por la mínima expresión posible, pero últimamente 
    asistimos a un gran cambio. Por ejemplo, la apneísta Tanya Streeter llegó 
    hasta los 160 metros de profundidad. “Pipín” llegó a los 162 metros. 
    Entonces Audrey Mestre llegó a los 166 y después a los 170 metros en una 
    serie de inmersiones de entrenamiento, días antes de su muerte. Es como si 
    hubieran cambiado las reglas del juego. Pero esta “carrera” se ha visto 
    truncada por la tragedia.  
    Los científicos están extrañamente 
    silenciosos. Pioneros como Jacques Mayol o Enzo Maiorca fueron advertidos de 
    una serie de barreras físicas que nunca podrían traspasar... y las 
    traspasaron. Los científicos estaban seguros de que bajar más allá de 100 
    metros era letal, pues se provocaría un aplastamiento del tórax y una muerte 
    segura. Amenazas similares se habían hecho públicas antes, cuando los 
    apneístas se acercaron a los 30 metros, después a los 50 metros y más tarde 
    a otras profundidades similares.  
    
     La 
    capacidad del hombre de innovar en las técnicas de buceo y la tecnología 
    asociada han llevado a los buceadores a una región donde la ciencia se ha 
    quedado sin palabras.  
    Se cree que el “muro impenetrable” en temas 
    de apnea profunda está relacionado con la toxicidad del oxígeno. La presión 
    parcial de oxígeno en la sangre de los apneístas expuestos a estas 
    profundidades está, actualmente, más allá de todas las tablas conocidas, 
    cerca del doble del valor máximo considerado como seguro (1.6 ATA). 
     
    El tiempo de exposición es crítico, sin 
    duda, pues los riesgos aumentan con él. Los trineos que se emplean en las 
    bajadas son más rápidos que nunca -especialmente desde que “Pipín” introdujo 
    el teflón en los cables y las superficies de guía- pero inmersiones más 
    profundas conllevan tiempos de descenso mayores. Mayores presiones parciales 
    de O2 y mayores tiempos de exposición. Por no hablar de la narcosis, una 
    especie de intoxicación por nitrógeno, vieja conocida de los buceadores 
    autónomos profundos, y que hoy en día es una experiencia familiar para los 
    apneístas profundos…  
    ¿Dónde está el límite?  
    Más fotos 
    
    Más información 
    El lector puede encontrar mucha más 
    información y fotos sobre el tema en los siguientes enlaces: 
    
    También os recomendamos una película: El 
    Gran Azul, dirigida por Luc Besson, y de la que tenéis una interesante 
    reseña publicada por Eulàlia Rodés en M@re Nostrum: 
    
    
      
    AGRADECIMIENTOS 
    
      
      
    
      
    
      
    
    © Miquel Pontes 2002 
    © Fotos: IAFD  |