El buceo y las
    minusvalías físicas 
    por Martín Fombuena
    
     
    
     ntes de empezar, quiero advertir al lector que
    este texto es tan sólo un conjunto de reflexiones sobre el tema, sobre el que debo decir
    que no lo conozco en profundidad. Agradecería que si alguien las lee y puede aportar algo
    debido a su experiencia, o a sus propias reflexiones, me escriba y me lo comunique. 
    Existen multitud de minusvalías
    distintas. Algunas creo que no han de representar ninguna traba para el buceo, en otras a
    pesar de hacer más difícil su práctica autónoma, los beneficios derivados de ésta
    pueden aconsejar que se practique. Por último algunas minusvalías graves como la
    tetraplejia imposibilitan disfrutar de este deporte de forma autónoma, pero llevados por
    otra persona a la que irían atados y que se haría cargo de la situación, pueden gozar
    de la observación del medio y las sensaciones que la inmersión procura. 
    La sordera
    De por si una
    disminución de la capacidad auditiva, o incluso la incapacidad para oír no es un
    obstáculo insalvable para la práctica de este deporte. Ahora bien, hemos de tener en
    cuenta que el oído cuando estamos buceando es en ocasiones el único aviso del que
    disponemos frente a ciertos peligros (motoras, motos de agua, etc.) y que también
    frecuentemente usamos sonidos (golpes) para llamar la atención del compañero algo
    distante. 
    Debido a esto la persona con esta
    dificultad o aquellos que estén buceando con una persona que la padezca, deberán tenerlo
    en cuenta y substituir este sentido por la vista, por lo cual deberán prestar más
    atención a no separarse de sus compañeros de inmersión, con mayor frecuencia de la
    habitual comprobar el lugar donde se encuentra su compañero y si este desea comunicarse
    con él, y al salir a superficie respetar "estrictamente" la norma de subir
    girando 360º y mirando hacia arriba para cerciorarse de que no existe ningún peligro.
    Por lo demás, la práctica del buceo será la habitual, e incluso en los casos de
    personas habituadas a usar el lenguaje de los sordomudos, con ciertas ventajas al no ver
    disminuida su capacidad de comunicación como nos ocurre a los demás.  
    Falta o incapacidad para mover  
    uno de los miembros superiores
    A nivel de movilidad subacuática
    la falta o incapacidad de movimientos de uno de los brazos o la mano no ha de suponer
    ningún problema una vez adquirida la flotabilidad neutra.  
    Por ello es importantísimo que la
    persona con esta minusvalía reciba un buen entrenamiento en esta habilidad.  
    Hay que tener en cuenta que esta
    persona necesitará de la ayuda del compañero a la hora de ponerse ciertas partes del
    equipo (p. e. el cinturón de plomos) y que además puede ser conveniente hacer en el
    equipo alguna adaptación especial como cambiar de lado la traquea del "jacket",
    o llevar en el mismo lado las dos segundas etapas en caso de usar "octopus".  
    Falta o incapacidad para mover  
    los dos miembros superiores
    Como en el caso anterior la
    movilidad subacuática no se ha de ver afectada después de un buen entrenamiento
    encaminado a conseguir la flotabilidad neutra, pero supondrá una gran dificultad para
    llevar a cabo este entrenamiento, pues al principio de la práctica del buceo se usan los
    brazos como balancines para mantener el equilibrio en un medio en tres dimensiones al que
    no estamos acostumbrados, ya que en tierra podríamos decir que nos movemos en dos
    dimensiones. El entrenamiento será más dificultoso y más largo, pero esto no incapacita
    para la práctica del buceo aunque si supone muchas limitaciones.  
    El problema más importante es la
    imposibilidad de manejar el equipo. La segunda etapa del regulador debería ir incorporada
    en un casco para evitar problemas. Lo más difícil de solucionar es el manejo del
    "jacket". La única solución que se me ocurre es, limitar las inmersiones a
    cotas relativamente poco profundas y eliminar este elemento del equipo, consiguiendo la
    flotabilidad neutra a través del uso del pulmón.  
    Podemos concluir pues, que esta
    minusvalía no incapacita, pero si presenta grandes dificultades para el aprendizaje y la
    práctica del buceo, además de requerir siempre la ayuda de otra persona. En cualquier
    caso siempre se puede recurrir a la opción de ir atado a otra persona que sea quien
    controle la inmersión.  
    Falta de una pierna
    La falta de una pierna no
    representaría mayores problemas a la hora de bucear, quizá la única sería a la hora de
    equiparse, pero con la ayuda de otra persona está dificultad quedaría solventada. Una de
    los grandes beneficios que podría tener la práctica del buceo para una persona con esta
    minusvalía la podríamos encontrar en la gran libertad de movimientos que puede tener
    bajo el agua, de la que no goza en tierra.  
    Falta de ambas piernas
    Si la carencia no es total quizá
    podría permitir la práctica de este deporte adaptando unas aletas a los muñones. La
    falta completa de las dos extremidades creo que incapacitaría por completo la práctica
    del buceo de una forma autónoma, aunque no para practicarlo atado a otro, salvo quizá en
    personas que ya lo hubieran practicado antes de sufrir la amputación y tuvieran una gran
    fuerza de voluntad.  
    Tetraplejia
    La tetraplejia impediría por
    completo la práctica autónoma de este deporte. Para poderlo practicar exigiría siempre
    ir atado a otra persona responsable de la inmersión de ambos. Pero como ya decíamos en
    el inicio, no imposibilita para disfrutar de la observación y sensaciones que el buceo
    proporciona.  
    Ceguera
    La ceguera por si misma no
    incapacita para bucear, siempre acompañado por otra persona, pero presenta grandes
    riesgos y pocos beneficios. Riesgos de golpes, subidas en balón al no apercibirse a
    tiempo del hinchado excesivo del "jacket", imposibilidad de controlar la
    profundidad, etc.  
    El objetivo de las inmersiones
    suele ser ir a "ver" algo, con lo que este no podría realizarse.  
    En este caso, además, la persona
    invidente se vería privada de todos los referentes que utiliza para moverse en el
    espacio. Bajo el agua se pierde la capacidad para situar algo en el espacio por el sonido.
    No tienen el contacto con el suelo. El uso del bastón como miembro sensorial al estilo de
    las antenas sería inútil... Debido a todo esto la placentera sensación de ingravidez
    que tenemos las personas con visión, se transformaría par un ciego en la terrorífica
    sensación de estar colgado y perdido en el vacío.  
    Por ello y por lo general el buceo
    sería una práctica no adecuada para invidentes, salvo en aquellos casos, en que el
    objetivo fuera disfrutar de sensaciones distintas (lo cual implica que no es necesario, ni
    conveniente, bajar a gran profundidad), en personas muy equilibradas y que sean capaces de
    depositar toda su confianza en el "lazarillo" en el que se transformaría su
    compañero y al que irían atados.  
    Conclusiones
    La práctica del buceo puede ser
    de gran utilidad en personas con disminuciones físicas. Incluso en aquello casos en los
    que, como hemos visto, no pueden practicarlo de una manera independiente, yendo atados a
    un compañero que los lleve y actúe por ellos, personas con graves minusvalías (por
    ejemplo tetraplejia) pueden disfrutar de este deporte.  
    En estos casos, la simple
    posibilidad de acceder a un mundo que les parecía inalcanzable, es suficiente estímulo y
    recompensa a la vez, a todos los inconvenientes por los que han de pasar para practicar
    este deporte. En cualquier caso, la práctica de este deporte puede suponer para algunos
    de ellos ese estímulo vital que no encuentran en su vida habitual.  
    En unos casos con ayuda, en otros
    sin, y en otros con total dependencia el buceo puede reportar grandes beneficios a las
    personas con minusvalías físicas, siempre y cuando acepten aquellas limitaciones que son
    insalvables y se enfrenten a las que pueden superar.  
     
    © Texto: Martín
    Fombuena
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