El "Puerto Pajares",
     
    el barco de la sal 
      por  
    Salvador Magariño 
    
      
    fotos de Manolo Pérez
      
    
    
      
    orrían los años 70, cuando un mediodía 
    apareció la figura de este desafortunado buque en el horizonte del Atlántico 
    andaluz. Se trataba de un barco más que al día siguiente iba a ser engullido 
    literalmente por el mar. 
    El hundimiento tuvo lugar muy cerca de la 
    Playa de Los Lances, como casi siempre a sotavento del fuerte levante, que 
    tan familiar es para nosotros. El pecio se halla cerca del 
    Citos, a tan solo 
    doscientos metros de él. Se trataba de un buque cargado de sal, por lo que 
    algunos le llaman el “barco de la sal”. 
    El pecio 
    
     Situado 
    a una profundidad de entre los 29 y los 33 metros y apoyado sobre su banda 
    de babor reposa este vestigio de nuestra cultura contemporánea. El pecio se 
    encuentra casi intacto; tan sólo presenta un fuerte impacto en su proa, lo 
    que nos hace suponer que tuvo una fuerte colisión con otro buque que 
    desconocemos.  
    El caso es que es uno de los pecios mejor 
    conservados del litoral andaluz occidental. Los buceadores solemos visitarlo 
    durante los meses de estío, cuando levantan la almadraba.  
    Como siempre, en estas aguas abiertas a 
    merced de las corrientes, se debe bucear en los 'reparos', a ser posible 
    durante el 'reparo de la vaciante', ya que si la 'creciente' nos sorprende, 
    siempre es aconsejable que el tiro sea hacia tierra y no hacia el estrecho. 
    En cualquier caso se deben tomar todas las medidas de seguridad posibles, 
    como fondear un barco y tener otro a la espera, por si acaso.  
    La inmersión 
    
     Para 
    bucear en este pecio es aconsejable tener alguna experiencia previa en 
    pecios, y se recomienda tener al menos titulación 'dos estrellas' o 'avanzada'. 
    También es recomendable que esta inmersión sea guiada por instructores con 
    experiencia, ya que fácilmente se entra en descompresión. 
    Fondeamos muy cerca del pecio para evitar 
    que el ancla destruya las estructuras del mismo y la vida que lo recubre: 
    Dendrophilia ramea, Atroydes calicularis, gorgonias, etc. 
     
    La inmersión siempre la hacemos por el cabo 
    de ancla, en grupos reducidos de cuatro a seis buceadores, de forma que 
    cuando el primer grupo llega a la popa del pecio, los demás visitan la proa; 
    la idea es no coincidir en los mismos lugares.  
    Empezando por la proa, orientada en 
    dirección sur, vemos que es un gran amasijo de hierros que precede a la 
    cubierta. La cubierta del buque, totalmente abierta, nos da paso a las 
    bodegas, en las que podemos observar cardúmenes de corvinas de considerable 
    tamaño, siempre dependiendo de la época. Más adelante está la sala de 
    máquinas, donde accedemos únicamente con los buceadores expertos. Una vez 
    sobre el puente, intacto pero escorado, en armonía con el buque, lo 
    observamos desde el exterior. Nos abstendremos de entrar, por razones de 
    seguridad.  
    
     Cubierto 
    de Anthias, bogas y boquerones, el Puerto Pajares es un espectáculo 
    de vida y colorido. En la popa podemos apreciar todos los elementos de un 
    buque claramente definidos, lo que nos hace recordar las clases de 
    tecnología del buque en nuestro curso de patrón. Pero es ya en la popa, con 
    su gran hélice, el timón, la quilla y el casco, cuando estamos a poco menos 
    de 3 minutos de entrar en descompresión. 
    Navegamos a través del casco para llegar a 
    la proa, que es donde se encuentra el ancla, y en nuestro divagar submarino, 
    apreciamos varias rayas torpedo que huyen de nuestra presencia. Ya casi en 
    la proa y en la intersección de la quilla con la arena apreciamos tres 
    abadejos que nos observan desde dentro.  
    El tiempo se nos acaba y comenzamos el 
    lento pero obligado ascenso hacia la superficie, sin dejar de mirar al 
    fondo, para apreciar como este pecio, de 50 m. de eslora, se transforma en 
    una obscuridad difusa, que a la vez que nos entristece, nos llama a hacer 
    otra inmersión para conocerlo un poco más. 
    
     
     
      
     Perfil de la inmersión
    
      
    
    © Texto y dibujo 
    de Salvador Magariño 2004 
    © Fotos de Manolo Pérez
    
    
       
    Puerto Pesquero  
    11380 Tarifa (Cádiz)
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