intaba
    levante aquella mañana aunque la brisa de las 8:00 h. tenía cierta tendencia a caer del
    Oeste, así que decidimos dirigirnos a una zona resguardada de los vientos y corrientes
    del este. Tras unos veinte minutos habíamos llegado a la playa del Corralete,
    en pleno Parque Natural Cabo de Gata - Níjar, al amparo del propio Cabo
    de Gata. 
    Los accesos estaban horribles por las recientes lluvias que
    habían producido salidas de la mayoría de las ramblas de Almería. Una vez sobre el
    monte, alejados a unos 200 m. de la playa nos apeamos del coche y comenzamos a observar la
    mar desde un sitio privilegiado en las alturas. 
    Después de un rato y un poquito de cachondeo decidimos realizar
    la inmersión en tan bonito sitio, aunque sus fondos no son ricos en roca si lo son en
    cantidad y tipología de animales marinos, debido a su cercanía a una Zona A del parque
    natural (zona donde no se permite ni navegación ni ningún tipo de inmersiones o
    actividades acuáticas). Además para conseguir una inmersión divertida y visualizar
    fauna interesante no hace falta llegar a más de 12 m. de profundidad (fondos bajos pero
    bonitos). 
    Tras los 15 minutos de rigor que todos utilizamos para calzarnos
    el neopreno y los distintos atalajes decidimos comenzar nuestra aventura hasta la playa
    por las escabrosas laderas del monte que habíamos coronado con el coche. 
    Ahí comenzaba nuestra odisea; conforme nos aproximábamos a la
    orilla íbamos imaginando las caras de las morenas, congrios, meros, abadejos y demás
    población submarina al enchufarles las linternas desde la boca de sus cuevas o al
    cruzárnoslos por los arenales. Nos comenzaba a urgir el O.K. final. Pero el camino se
    hacía difícil con los innumerables kilos (siempre se tiende a exagerar) a la espalda por
    aquellos pedregales, cuencas de ramblas, etc. 
    A la lejanía se veía a unos pescadores en plena
    Zona A pescando cuan inocentes niños chicos que desconocían la prohibición de este acto
    contra el Parque. Cuando ya llegábamos denotamos cierta presencia en la playa... Caramba
    unos hippies durmiendo en la arena... 
    Tras las últimas comprobaciones nos metimos en la orilla, el agua
    estaba clara y divina, gozábamos como chiros en el barro mientras flotábamos al son de
    los pequeños lomos de las olas que nos mecían. Javier (el boyero) se
    intentaba desliar de la boya (siempre forma un tango que ni Julio Iglesias). 
    Una vez listos nos reunimos en corro para darnos el O.K. y
    descender, yo miraba a la playa, de repente.......Un Nissan Patrol verde y blanco de la
    autoridad (Guardia Civil) rompe con el paisaje y se detienen en mitad de la arena. La
    famosa pareja desciende del vehículo, entonces recordé tantas historias de la posguerra
    de aquellos dúos del tricornio. 
    De repente uno de ellos nos realizó un gesto tal como el que
    realizaba aquel famoso General Caster cuando ordenaba a sus jinetes
    cargar contra los poblados indios, sí ese gesto utilizado por los entrenadores de fútbol
    cuando quieren que su equipo se abalance sobre la portería rival... 
    Nos quería decir claramente que abandonáramos el estado de
    éxtasis en el que nos encontrábamos para atender sus palabras (¡ya que teníamos el
    agua del interior del traje tan calentita como una estufa en invierno!). Dudé por un
    momento pero el ... ¡Arto a la Guardia Siví Españoula!... era claro y
    conciso; y no quería problemas con la autoridad de las autoridades, así que me propuse
    salir, despacio por si se arrepentían pero salir al fin y al cabo. 
    Una vez fuera y dados los buenos días reglamentarios junto con el
    gesto del saludo militar, ese que simula una golpe de Katana en el antiguo Japón, más
    parecido a un golpe de Kung-Fú que un saludo, el agradable personaje nos preguntó si
    teníamos los papeles (como la canción: che che, che documentación, che che, los
    papeles de inmersión). 
    Al momento reaccioné y procedí a mirar mi coche a la lejanía,
    se me quitaron las ganas de bucear hasta en la bañera por un momento...¡Que
    put..., con lo lejos que está!. Comencé a explicarle que los documentos
    acreditativos tales como título, licencia federativa, seguro, permiso del parque, etc.,
    no suelen llevarse bajo el agua (suele ser difícil secarlos después), y que estaban en
    el coche. Ni corto ni perezoso el gendarme me rogó (eso sí de muy buenas maneras) que
    nos dirigiéramos al lejano coche para ver dichos papeles. 
    Vuelta a empezar y encima chorreando de agua. Deje los aperos bien
    guardados por mis compañeros en la orilla mientras me dirigía monte arriba en dirección
    a mi automóvil con el caballero, solo dios sabe lo que disfruté mientras oía su
    entrecortada y cansina respiración mientras subíamos el monte del olimpo. 
    Una vez arriba, los pies rotos aún con los escarpines y los dos
    escupitajos de rigor para intentar disimular el cansancio. Abrí el coche y tras ponerlo
    todo perdido le entregué la tan ansiada documentación. Ahí fue cuando peor lo pasé al
    ver como observaba la página donde los usuarios ponen esas cosas como cámara
    hiperbárica más cercana, etc., sí aquella que no sirve para nada. Yo le dije que si
    quería ver el permiso del parque natural y me dijo que no era necesario. ¡Bendito sea
    Dios!, si ahora lo importante no sirve para nada.... 
    Una vez finalizada la inspección jodiente y rutinaria, vuelta a
    cerrar el coche a bajar por el rompe-crismas aquel y vuelta a colocarme todos los pesados
    aperos y atalajes. Y vuelta a esperar que el boyero se aclare con el cabo de la boya. 
    Después realizamos una inmersión preciosa y casi perfecta, muy
    divertida y educativa. Al terminar nos vestimos y nos dirigimos a un Bar a mojar la
    inmersión como siempre hacemos. Y a que no sabéis quienes estaban allí....
    ¡encima a pagarles las birras...! 
    Ya en otra situación les preguntamos que por que a nosotros nos
    habían hecho salir del agua y a los pescadores que estaban cometiendo un delito no les
    habían ni saludado.....Su respuesta... Por que para llegar a donde estaban los
    pescadores había que mojarse los pies. 
    Con este relato no trato de realizar revoluciones, ni de dar a
    conocer las terribles injusticias que existen en el mundo, solo trato de contar una
    historia verídica y divertida que me ocurrió en una de mis inmersiones. MORALEJA:
    Si ves a lo lejos el Todoterreno de la benemérita sumérgete antes de que se bajen del
    coche. 
    De veras que me encantan que me pidan los papeles y permisos, ya
    que los tengo, pero me fastidia que me reclamaran dicha documentación cuando estaba ya en
    el agua y que a aquellos que realmente estaban cometiendo un delito ni siquiera los
    miraran por que eran asiduos y ya los conocían, aparte de tener que mojarse esas botas de
    piel tan bonitas y relucientes. 
    Siento haberos aburrido con mi relato pero podíais haber dejado
    de leerlo...