Introducción a la ecología marina 
	por Sònia Cervià y Vanessa Lozano 
	
	
    
	
	  
      
      
    
      
	egún el Diccionario de la Real Academia 
	Española de la Lengua, la ecología es la “ciencia que estudia las relaciones 
	de los seres vivos entre sí y con su entorno”. Por lo tanto, si hablamos de 
	ecología marina estaremos hablando de las relaciones que se establecen entre 
	los individuos (plantas y animales) que habitan el mar y el hábitat que los 
	rodea, en este caso, el agua salada.  
	Los organismos marinos se distribuyen de 
	una forma determinada a lo largo de la inmensidad del mar y buscan las 
	mejores condiciones ambientales para vivir y desarrollarse de la mejor 
	manera posible. Dos de los factores ambientales clave son la profundidad y 
	la presencia de luz, ambos muy relacionados, ya que cuanto más nos 
	adentramos en las profundidades del mar, llega menos luz y es más difícil la 
	realización de determinados procesos naturales vitales.  
	Estas características crean franjas de 
	condiciones específicas que se denominan zonaciones, donde podemos encontrar 
	ecosistemas y tipos de vida muy diversos. Eso, junto con la competencia por 
	el espacio, determina la presencia de diferentes comunidades de organismos 
	dispuestas en franjas horizontales.  
	Según las condiciones físicas del medio en 
	que habitan se han definido cuatro zonas que delimitan las comunidades de 
	organismos: la zona supralitoral, siempre emergida y que solo se moja por 
	las olas cuando hay tempestades; el estadío mediolitoral, mojado 
	constantemente por las olas; el estadío infralitoral, que se encuentra 
	constantemente sumergido pero bien iluminado y, por último, el circalitoral, 
	donde llega menos del 5% de la luz de la superficie del mar y que puede 
	llegar hasta una profundidad de 100 metros.  
	Seguidamente definiremos las diferentes 
	zonas de la cuenca marina, es decir, las que componen estrictamente el 
	recipiente de las aguas marinas. Estas zonas son la plataforma continental, 
	donde se localizan la mayoría de las zonas pesqueras y que tiene poca 
	profundidad, el talud continental, la llanura abisal y la fosa oceánica. 
	Para entenderlo mejor podéis estudiar el esquema adjunto.  
	
	  
	En cuanto a los seres marinos, se dividen 
	en plancton, bentos y necton, en función del tipo de 
	vida que tienen.  
	
	 Dentro 
	del plancton encontraremos muchos tipo diferentes de organismos, 
	tanto animales como vegetales, pero todos tienen en común que viven 
	continuamente suspendidos en la columna de agua. Se pueden diferenciar dos 
	tipos, el fitoplancton, formado por algas microscópicas, y el 
	zoopláncton, animales pequeños que viven a la deriva.  
	
	 El
	bentos lo forman los organismos que viven relacionados con el fondo 
	marino. A poca profundidad encontraremos muchas algas, porque necesitan la 
	luz del sol para hacer la fotosíntesis, pero a medida que vamos bajando 
	encontraremos muchos más animales. Algunos cazan sus presas activamente, 
	como el pulpo, otros viven fijos al sustrato, como las esponjas, incluso hay 
	otros animales que viven medio enterrados y solo sacan la “cabeza” para 
	filtrar los nutrientes que trae el agua, como por ejemplo los espirógrafos.
	 
	
	 Por 
	último encontramos el necton, formado por los animales que tienen un 
	sistema activo de natación, es decir, que no se dejan llevar por las 
	corrientes ni las mareas. Dentro el necton podemos clasificar la 
	mayoría de peces, cefalópodos y mamíferos marinos.  
	Como podemos ver, la complejidad de la vida 
	marina es muy alta, tanto por las redes alimentarias, como por la variedad 
	de ambientes.  
	Ahora que sabemos algo más del entorno 
	marino, debemos mencionar cómo el hombre es capaz de modificarlo. En los 
	últimos años, todos hemos oído alguna vez en los medios de comunicación las 
	quejas de pescadores por el bajo rendimiento de la pesca o por la 
	disminución de las tamaños de las capturas, o conflictos por el acceso a las 
	zonas pesqueras más importantes.  
	Es cierto que actualmente se está notando 
	un descenso importante de las capturas en zonas donde antes eran abundantes. 
	Las causas son diversas, pero se pueden apuntar las dos principales: la 
	sobrexplotación y la contaminación de nuestros mares.  
	La sobrexplotación de los mares no da 
	tiempo a las poblaciones de peces a recuperarse y la contaminación provoca 
	todo tipo de desequilibrios y molestias a los animales marinos entre las que 
	uno de los menores problemas es la dificultad para reproducirse.  
	Por otro lado tenemos la contaminación. 
	Aunque pueda parecer un problema lejano, que no nos afecta y que no podamos 
	hacer nada para solucionarlo, la verdad es que podemos hacer mucho más de lo 
	que nos imaginamos. Tan solo hay que cambiar pequeños actos cotidianos para 
	ayudar a mejorar la vida del mundo acuático. Por ejemplo, no debemos tirar 
	cosas al suelo cuando vamos por la calle, especialmente plásticos, ya que 
	estos materiales tienen una vida larga y una resistencia elevada; por lo 
	tanto, si los tiramos al suelo, es muy fácil que vayan a parar al mar a 
	través del alcantarillado. No olvidemos que no todo el agua pasa por las 
	depuradoras. También debemos procurar no acumular basura en los cauces de 
	ríos y torrentes porque, a parte de constituir un peligro en época de 
	lluvias, tarde o temprano llegan al mar.  
	El mar siempre ha sido un gran vertedero; 
	aunque es cierto que últimamente estamos cambiando esta tendencia, ahora 
	debemos enmendar los errores del pasado.  
	Así pues, deberemos fijarnos, cuando vamos 
	a la playa, en no dejar colillas de cigarrillos en la arena y depositar la 
	basura en las papeleras; los habitantes del mar, tanto bentónicos como 
	planctónicos, lo agradecerán.  
    
      
	© Sònia Cervià 
	y Vanessa Lozano 2005 
	
	
    
	
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