La
Mà de Gegant (Palamós)
Uno de tantos amores imposibles...
Por Mónica Fernández
Publicado en La Vanguardia del 20.3.00
La roca llamada Mà de Gegant, en
Palamós, es la huella de quien
persiguió a su amada hasta la muerte

uando vayan o si han ido a Palamós, seguro que habrán reparado o
repararán en la curiosa masa de rocas que se encuentra en la llamada Punta del Far. La
roca de la costa que penetra más en el mar la llaman la Mà de Gegant, y justo enfrente
de ella se encuentran otras pequeñas rocas y escollos ya rodeados por completo de agua, a
los que llaman Sa Galera. El porqué de estos curiosos nombres podemos encontrarlo en una
bella leyenda de amor imposible.
Hace muchos años, cuando aún no existía lo que hoy conocemos como Palamós, vivía en
la zona una familia que poseía una masía no muy grande, pero bien provista de tierras y
animales. Tenía esta familia una bella heredera, una "pubilla" de las más
bonitas a tenor de los relatos.
De ella, por supuesto, se enamoró el hijo del señor de Castell, nombre por el que aún
se conoce una playa, un poblado ibérico y otra de esas puntas rocosas, todo situado en la
misma zona. Pues bien, dice la leyenda que el hijo del señor de Castell era un enorme
muchacho que se había criado casi entre fieras, pasando más tiempo en el bosque que en
compañía humana. Tenía maneras poco educadas, era muy tosco y aficionado a la caza.
El tal muchacho quedó prendado de la belleza
de la "pubilla" así que la vio y, al cabo de pocos días, y a pesar de ser poco
diestro en estos menesteres, logró confesarle su amor, el cual la muchacha no aceptó en
un primer momento. Pero la chica sentía cierta ternura por aquella especie de gigante que
la trataba con una dulzura muy poco usual y que además parecía más sincera que otras
atenciones que le dispensaban los "hereus" que la habían pretendido.
Así que la muchacha y el gigante (así se le conocía por su alta estatura y su gran
corpulencia) empezaron a verse a escondidas, convencidos de que su amor no sería
entendido por ninguna de sus dos familias. La familia de la chica habría pensado que un
muchacho con tan poca sensibilidad no podía ser de ninguna manera un marido adecuado, y
el señor de Castell hubiera considerado que la "pubilla" no estaba a la altura
de su hijo.
Lástima que un día todo se descubrió. El padre de la chica reaccionó más que mal, y
decidió enviar a su hija a vivir con unos parientes que tenía en Empúries, a ver si se
le pasaban las ganas de relacionarse con gente inculta. La embarcó contra su voluntad en
una galera que pronto emprendió el camino hacia el norte.
Pero el gigante no estaba dispuesto a dejar que le robaran a su amada tan fácilmente, y
se situó en la hoy conocida como Punta del Far, armado con una honda de gran tamaño y
unas cuantas piedras igualmente enormes. Empezó a lanzar piedras a la galera, hasta que
esta se hundió.
Obviamente, con ello sólo consiguió matar a su amada, pero mejor muerta que en brazos de
otro, pensaba él. Una vez cumplido el aciago destino de la muchacha, se cumplió el del
gigante, que murió de pena allí mismo, alargando su mano sin llegar a tocar la galera,
en un desesperado intento de rescatar a su prometida de las aguas, dando lugar a la
creación de la roca conocida como la Mà de Gegant. La galera, con el tiempo, se
petrificó, y así nació el escollo conocido por ese nombre.
Un magnífico
mirador sobre la bahía
La Punta del Far,
donde se encuentran las rocas conocidas como la Mà de Gegant y Sa Galera, es uno de los
más bellos miradores de la Costa Brava.
Frente al faro, y
mirando hacia el mar, podemos situarnos en una especie de plazoleta que nos permite tener
una espléndida vista de toda la bahía de Palamós, desde las Illes Formigues hasta Punta
Prima, justo antes de Sant Feliu de Guíxols.
Es costumbre lejana
acercarse hasta la punta para descubrir cómo se ve desde allí el paisaje, y muchas
personas siguen la también ancestral costumbre de dejar su nombre grabado en algunas de
las piedras que hay en la zona. Dicen que una de las cosas más bonitas que se puede ver
desde allí es la salida, cada mañana, de la flota de arrastre de Palamós.
Frente a la punta se
colocan todas las barcas en línea, y a una señal dada mediante un foco de luz desde un
edificio de la cofradía de pescadores, empiezan su día de faena, proporcionándonos con
las primeras luces del día un espectáculo envidiable |
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