LA CLAUSTROFOBIA EN EL BUCEO
Por Martín Fombuena
a clautrofobia se podría definir como la
aversión a los espacios cerrados. La persona que sufre este transtorno ve como el estar
en espacios cerrados le provoca una fuerte ansiedad, sufre ahogos y siente la necesidad de
escapar entrando en pánico.
Muchas son las teorías que intentan dar una explicación de la etiología de este
transtorno. No es el objetivo de este artículo entrar en ello, y por ello no me
extenderé. Tan solo remitiré al lector interesado a la obra de Donald Meltzer, "El
Claustro", pues me parece la más atinada de todas ellas.
En lo que se refiere al buceo la claustrofobia sería un trastorno que impediría la
práctica del mismo. Sumergirse en el agua provoca sensaciones que pueden parecer
paradójicas sin serlo. Por un lado se tiene la sensación de estar en un espacio abierto
ilimitado. Por otro la de estar en un espacio cerrado. Estas dos sensaciones se deben a
los aspectos claustrofóbicos y claustrofílicos que todos poseemos. A un tiempo nos
sentimos completamente libres y atrapados.
La respuesta a esta paradoja debemos buscarla en nuestro origen. En las vivencias en el
seno materno. El claustro materno es a un tiempo un lugar en el que gozamos de toda
libertad, y si no hay ningún problema, no existe la sensación de necesidad, pero que
conforme vamos creciendo se convierte en un lugar opresor que dificulta nuestros
movimientos.
Una persona que sufra este transtorno, cuando se sumerja en el agua sentirá crecer su
ansiedad y esta rápidamente se transformará en pánico (Ver
artículo sobre el stress en el buceo).
Para terminar no podía dejar de comentar que estos aspectos que en su extremo impiden la
práctica del buceo (claustrofilia - claustrofobia) son al mismo tiempo los que la hacen
interesante para la mayoría de nosotros. Toda persona, como antes he dicho, en mayor o
menor grado, posee aspectos claustrofílicos y claustrofóbicos que en el submarinismo se
ponen de manifiesto. No nos olvidemos que a la mayoría de buceadores les encanta entrar
en cuevas y pecios.

© Martín Fombuena 1997 |
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